Al fin se cumplía, en aquel febrero de 2000, la atesorada expectativa de viajar a Federal, Entre Ríos, para vivir desde dentro la 25° edición del Festival Nacional del Norte Entrerriano, un sueño que anhelaba, supongo, desde que tuve conmocimiento de ese encuentro chamamecero, en mi juventud. Me acompañó el cantor, payador, autor y compositor Gustavo Avello, Revelación Cosquín 1997, hombre de radio y animador de jineteadas pero, sobre todo, un gran amigo con quien vivimos el Festival desde la platea y animamos la bailanta -entre tantos artistas que se sumaban al elenco musical ocasional- en una experiencia nueva para ambos. Recuerdo que aún no me había acreditado como periodista pero llevaba un grabador a cinta de cassette para grabar viviencias del momento y, si podía, registrar alguna semblanza, reflexión u opinión de los artistas que pasaban por el escenario "Ernesto Montiel", con destino al programa "El fogón de los cantores" que se emitía por LU 30 Radio Maipú.
Estimo que, en ese año, las fechas del Festival fueron viernes 4, sábado 5 y domingo 6, no lo recuerdo con exactitud, a decir verdad, pero lo importante es contar con este material que, con mayor o menor valor testimonial y sin el profesionalismo de un auténtico entrevistador, eterniza un momento de aquella edición. Como de costumbre -hasta la edición 42° del corriente año, donde ha cambiado de lugar y formato- el Certamen Nuevos Valores se realizaba los días viernes previamente a la presentación de la grilla de artistas programados para ese día, bajo la supervisión de un jurado que, generalmente, integran personalidades del ámbito de la música del litoral. Aquel año me impactó un trío que venía desde Santa Fe, asentado en una raíz genuinamente chamamecera se permitía experiementar con sonidos, armonías y arreglos que, con los antecendentes de Raúl Barboza, Rudy y Nini Flores, entre otros, apelaba a la búsqueda y al riesgo, más que a una "renovación" -término que utilizo en la nota pero que, hoy, no me parece adecuado- para ampliar el campo estético de una especie musical con posibilidades casi infinitas.
Se trataba, por aquel entonces, de La Tríada, integrada por Javier Colli (acordeón), Horacio Castillo (guitarra) y Yunes Paiduj (bajo), quienes ganaron el certamen y el lauro de ser una auténtica Revelación para el género. Más tarde cada uno de ellos abordaría su propio camino musical, tema al que me referiré oportunamente.
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